Delicious LinkedIn Facebook Twitter RSS Feed

Defensa del Día Internacional de la Mujer

Parto aclarando que nunca me ha gustado el asunto este de los días D. Seguro Normandía también fue un asunto publicitario tramado por una conspiración internacional de expertos en marketing.

Fuera de bromas, creo que por mucho marketing que haya detrás de los “Días D”, se cumple la función de visibilizar ciertas problemáticas. Por supuesto aquí no hablo del día de la mamá/papá/san valentín sino de aquellos de índole social (por llamarlo de alguna manera) como el día del inmigrante, del trabajador o de la mujer.



Parto confesando que hasta hace no mucho tiempo atrás yo no era partidaria de la llamada discriminación positiva. Me resultaba odioso pensar que las mujeres teníamos que tener un cierto bono extra simplemente por tener un cromosoma X adicional. Sin embargo, con el tiempo le he ido encontrando sentido y les voy a explicar porqué.


El argumento típico para oponerse a la discriminación positiva es la meritocracia: si la mujer es lo suficientemente buena, entonces debería competir de igual a igual con los hombres. Y es cierto, no lo voy a contradecir. El problema es de base, es un error pensar que las mujeres partimos con el mismo piso que un hombre. Esto, por supuesto, no tiene que ver con limitaciones intelectuales, sino con una dinámica social que afecta, sobre todo, a las mujeres profesionales. Me explico: ¿han visto quiénes son los que siempre se quedan haciendo horas extras en las oficinas? ¿quiénes son los que siempre tienen tiempo para ir de happy hour? ¿quiénes, por lo general, no tienen problemas para trabajar los fines de semana con tal de ganar más o asegurarse en un puesto?


¿Adivinaron?


Me comentaban una vez que hay empresas trasnacionales que tienen por política un cupo X para mujeres en el directorio de la empresa. No recuerdo si el asunto era paritario o no, pero el punto era que gracias a esas mujeres se implementaron políticas que con hombres no se habrían hecho. Un ejemplo: a las 6 termina el horario de oficina y a las 6.30 se corta la luz de todo el edificio para que nadie “capee casa” en el trabajo.


La razón es muy simple: el mercado del trabajo muchas veces sobreentiende (con razón o sin ella) que los hombres tienen más tiempo para gastarlo miserablemente invertirlo en el trabajo que las mujeres. Y, lamentablemente, muchos hombres le dan la razón “capeando casa” en la pega o, simplemente, aceptando condiciones de trabajo semi esclavistas.


¿Resultado? Ellos siempre parecen tener más tiempo y estar más dispuestos al trabajo, mientras que las mujeres, sobre todo aquellas que tienen hijos, tienen más responsabilidades fuera del trabajo y, por lo tanto, no están disponibles para trabajos de más de 8 horas al día (lo que además es un atentado contra la vida personal, familiar y el tiempo de ocio de las personas).


Simplemente a veces la meritocracia no alcanza. Vivimos en un mundo hecho por y para hombres, y no se trata de que ellos tengan la culpa, muchas veces ni ellos ni nosotras nos damos cuenta de las pequeñas cosas diarias en las que no estamos consideradas. Hay cosas que no cambian si no son por decreto.


Además, por mucho que algunas mujeres se quieran hacer las liberales y las sex and the city, somos nosotras las que, por iniciativa propia, presión social o tradición, nos seguimos haciendo cargo de la casa. Muchas aspiran a ser la súper mujer: cumplir en el trabajo, llegar a la casa, mudar a la guagua, cocinar y estar sexy para el marido.


¿Por qué hacemos todo eso si no queremos/no damos abasto/no es necesario? Porque todavía estamos en proceso de acostumbramiento a nuestros nuevos roles en la sociedad y no podemos pedir que eso pase rápido después de miles de años de estar en segundo plano y de ser consideradas personas de segunda categoría (con suerte. En el caso de los musulmanes ni siquiera se llega a esto).


A veces no nos damos cuenta que hasta hace unos 50 años seguíamos siendo poco más que la lavadora que hacía masajes en los pies y la cocina siempre lista. Mi generación –la sub30- lamentablemente subvalora de una manera vergonzosa la lucha de nuestras madres, abuelas y bisabuelas.


Hace 100 años las mujeres no éramos ciudadanas, no teníamos derecho a voto, no teníamos derecho a decidir si tener o no hijos ni cuándo. No trabajábamos, no estudiábamos y la máxima aspiración era casarse con un hombre que, al menos, no fuera borracho y no nos pegara.


Muchas mujeres jóvenes reniegan hoy de las luchas feministas de antaño haciendo pobres estereotipos de mujeres “amachadas”, amargadas y pegadas con el tema del sexo. Lo he escuchado y lo encuentro patético. Podemos no estar de acuerdo con algunas formas, pero en el fondo hoy tenemos lo que tenemos gracias a esas mujeres que en algunos casos dieron su vida para que nosotras hoy podemos votar, trabajar y vivir como mejor nos parezca.


Sin embargo, la tarea no está completa y por eso es importante conmemorar días como hoy, no para celebrar sino para pensar en lo que hemos avanzado y lo que nos falta. No solamente las mujeres, sino como sociedad.


El Día internacional de la Mujer no es una celebración, es un recuerdo de lo que hemos sido y una promesa de lo que podemos llegar a conseguir.

2 comentarios:

Mónica Pavón Mardones dijo...

Vengo a comentar que difiero de tu opinión y no daría mi vida para que la expresaras... Hahahaha!!!!

Na, yo encuentro que cualquier día D es una patraña y el de la mujer es uno de los peores. No creo en la discriminación positiva ni con cualquier apellido porque sigue siendo discriminación.

Además, también encuentro penca que se demonice a las empresas por no contratar minas. Son un cacho. Yo difícilmente contraría una, jajaja!!!

Saludos

Myriam dijo...

Mónica: por supuesto que sigue siendo discriminación: esa es la idea! Hay veces en que la discriminación es justa y necesaria =P (lástima que sea tan políticamente incorrecta, deberíamos discriminar más en el mejor sentido de la palabra).

Y sobre lo de las empresas, como tú dices no hay que demonizarlas, no es supega ser socialmente concientes, sino tener beneficios. Lo otro es pega del Estado.

Saludos!

Publicar un comentario