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¿Cómo funcionan los Parques Nacionales en Argentina?

Necesito un argentino. Esto es casi de utilidad pública, en serio se los digo. Necesito un argentino (o argentina) que me explique cómo demonios funciona el sistema de parques nacionales allende Los Andes. Paso a contarles porqué.

Estas vacaciones (y siguiendo con la tendencia impuesta el año anterior) me fui a recorrer el sur. El itinerario este año incluía pasar por la ruta de los 7 lagos y San Martín de los Andes en el Parque Nacional Nahuel Huapi en Argentina. Y así lo hicimos.

Primero fuimos a Villa La Angostura. Yo me imaginé un pueblo pequeño, pero en realidad es un poblado turístico lleno de hostales. Ya comenzaba a atardecer así que preguntamos en un camping privado, de los que en Argentina llaman “organizados”. Les resumiré: un camping organizado es como armar la carpa en el jardín de la casa. Para niñitas. En el que preguntamos nosotros lo que más le interesaba mostrarnos a la chica era el baño… el baño!!! Yo buscaba un camping, un sitio limpio y con agua y baño, no una zona recreativa para niñitas!

Además, el folleto que nos pasó publicitaba que, como gran cosa, contaban con agua caliente, electricidad y seguridad (tenían una barrera de como 2 metros, no me acuerdo si era electrificada, y un nochero que vigilaba). Me cuesta imaginar un camping menos camping que eso.

Los otros 2 tipos de camping que se ofrecen allá son el llamado “agreste” y el “libre”. Este último es el único “supervisado” directamente por la Administración de Parques Nacionales, aunque, como su nombre lo indica, es en realidad totalmente libre. Se trata, básicamente, de encontrar el sitio que mejor te acomode, en cualquier parte y, por supuesto, sin ningún servicio básico. El problema con este tipo de camping es que, al no estar regulado, no tiene ningún tipo de control de daño sobre el medioambiente como por ejemplo hacer fuego, sacar leña del bosque, ocupar agua de ríos, vertientes o lagos y ensuciarlos con productos químicos, etc. tampoco, por supuesto, da ninguna garantía para los campistas. Básicamente el Estado te está diciendo que le hagas el negocio a los privados pagando campings agrestes u organizados.

Lago Espejo Chico y nuestra vista a la hora del desayuno.

Los agrestes son lo más parecido a las áreas que Conaf destina para hacer campings en Chile, pero mucho menos regulado. Un camping agreste cuenta con sitios de acampada, usualmente con mesa, y baños, además de las proveedurías que usualmente tienen los dueños. Sin embargo, los sitios no están debidamente delimitados y se sigue con la norma de los libres de “ubícate donde encuentres lugar”. Se paga por persona (en Chile se paga a Conaf por sitio, independiente del número de personas que allí pernocten) y a nosotros nos cobraron un adicional por ir en auto.


Lo que me preocupa no es que sean privados los que administren prácticamente por completo un área en teoría protegida por el Estado, sino que me encantaría saber cómo colaboran con el mantenimiento del medioambiente y de una reserva natural única. Por lo que pudimos apreciar nosotros es bien poco, pero como estuvimos un tiempo muy reducido, creo que sería mejor que nos explicara alguien que conoce más del tema en ese país.


Otra vista del Espejo Chico.

En nuestro recorrido, además, nos tocó ver una gran cantidad de carteles de venta de terrenos ya sea para uso comercial o como parcela de agrado, una figura que no existe en nuestros parques nacionales (aunque creo que sí en el caso de las reservas).


El punto no es tan sorprendente si se toma un mapa y se nota la cantidad de territorio que cubren los parques de Nahuel Huapi y Lanín, una barbaridad comparado con cualquier de nuestros parques nacionales (quizás si juntamos todos los nuestros alcancemos las dimensiones de sólo esos 2 en Argentina).


Vale, el sitio es inmenso, genial, pero me gustaría saber a qué costo. Por lo que pudimos ver el costo era que no había una protección efectiva de las especies de flora y fauna nativa: se veían bastantes pinos en el paisaje y vacas paseando y comiéndose libremente la flora nativa. Además, el único guardaparques con que nos encontramos no nos supo dar ninguna información turística y ni siquiera nos cobró la entrada al parque y más encima al lado del único campamento que finalmente hicimos nos tocó una pareja de viejos que juraba que estaba en un balneario, se lavaban los dientes en el lago y tenían a Nino Bravo y Marco Antonio Solís a todo chancho (rogábamos porque se les terminara la batería del auto. No sucedió).

Municipalidad de San Martín de Los Andes.



En fin, si bien la experiencia fue un tanto curiosa, lo pasamos muy bien y vimos paisajes maravillosos.

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